2023 comienza con una lectura. ¿Qué puede decirse sobre Misteriosa Buenos Aires que no se haya dicho todavía? Manuel Mujica Lainez (1910-1984) retoma el legado de toda una tradición, dando lugar a narraciones en las que ficción y realidad se entremezclan para ofrecernos una descripción histórica de Buenos Aires. Así, con la ciudad como escenario a lo largo de los siglos, "Manucho" concibe una suerte de repaso de su sector social, su élite, desde lo glorioso y expansivo hasta la pura decadencia.
Vista de Buenos Aires poco después de su fundación en 1536. Grabado de Theodor de Bry, 1567
En primer lugar, quedé cautivado por el orden cronológico que estructura los cuarenta y dos relatos de Misteriosa Buenos Aires. Debido a razones de extensión solo voy a señalar ciertos cuentos, aquellos que más me gustaron. Comenzaré con "El hambre (1536)". Esencialmente, lo que hace Mujica Lainez con este relato es asignarle un carácter mítico a la primera fundación de Buenos Aires. Podría presentarles una reseña de la historia, pero no estaría a la altura de la magistral narración del gran Alberto Laiseca (les recomiendo que miren el video que acompaña esta entrada).
Asedio de la primera Buenos Aires por los querandíes. Grabado de 1599 incluido en la Vera Historia de Ulrich Schmidl
"Baitos, el ballestero, también imagina. Acurrucado en un rincón de su tienda, sobre el suelo duro, piensa que el Adelantado y sus capitanes se regalan con maravillosos festines, mientras él perece con las entrañas arañadas por el hambre. Su odio contra los jefes se torna entonces más frenético. Esa rabia le mantiene, le alimenta, le impide echarse a morir. Es un odio que nada justifica, pero que en su vida sin fervores obra como un estímulo violento. En Morón de la Frontera detestaba al señorío. Si vino a América fue porque creyó que aquí se harían ricos los caballeros y los villanos, y no existirían diferencias. ¡Cómo se quivocó!" (Mujica Lainez, 2011, p. 11).
La inigualable narración del maestro Laiseca
Grandes fueron los padecimientos experimentados por los pobladores del fuerte. En estas tierras no existían fastuosos palacios, ni monarcas a quienes capturar para pedir un rescate pagado en oro. Solo estaba la Pampa húmeda, aguardando ser trabajada. Sin dudas, se trataba de un panorama no muy atractivo para las pretensiones de enriquecimiento de unos cuantos segundones peninsulares. Este grabado de Theodor de Bry (1528-1598) retrata con crudeza el episodio de canibalismo en la temprana Buenos Aires:
Pedro de Mendoza administra justicia sobre tres ladrones. Theodor de Bry, América (1590-1634), ed. Siruela, España
“Hubo en un tiempo tan grande hambre en el campamento de Pedro de Mendoza que los soldados comieron para saciarse toda suerte de animales puros e impuros, y aun insectos, y ni siquiera respetaron la piel de sus calzados. Y ocurrió entonces que tres españoles robaron de secreto el caballo de otro, matáronlo y comiéronlo. Mas en revelarse y divulgarse lo sucedido, mandó el jefe a ahorcar a los tres, y varios otros disfrutaron entonces de los despojos déstos, pues en caer la noche cortaron otros tres hombres los brazos y piernas y todo cuanto pudieron de los ahorcados, los cocieron después y los comieron con grande ardicia, de que puede deducirse no haber tirano mayor que el hambre, como también demuestra un cruel ejemplo en el cuarto capítulo de la historia, donde uno que coció y comió a su hermano era muerto” (De Bry, 1997, p. 251)
De Bry fue un orfebre, grabador, autor, coautor y editor de libros ocultistas y de historia americana. Sus intereses lo llevaron también a incursionar en la cartografía. Daniel Egaña Rojas (2010, p. 11) ha formulado un análisis muy certero del grabado en cuestión:
"La monstruosidad como desviación de la política es graficada de forma explícita en una representación dedicada a la expedición de Pedro de Mendoza. Como explica el relato que acompaña a la imagen, debido a la inclemencia del ambiente (el Nuevo Mundo), la justicia –medio institucionalizado por el cual se administra la violencia social– termina por devenir en canibalismo –signo unívoco de monstruosidad–".
Estos tópicos frecuentes en la obra de De Bry, tales como la violencia en territorio indiano o la mutilación de los cuerpos, son retomados directamente por Mujica Lainez en "El hambre". Salvando las distancias, en ambos casos –ya sea mediante un grabado o a través de la narración literaria– el fracaso de la empresa de Mendoza sirve de base histórica para retratar la otra cara de la conquista. América bien puede ser el escenario de un ennoblecimiento rápido e inesperado (pienso en Cortés y Pizarro) o, en el extremo opuesto, tomar la forma de una ciudad que sucumbe ante el hambre y termina sumida en la antropofagia.
"La sirena (1541)" es otro de los relatos que me pareció muy intrigante. A mi juicio, tal vez lo más interesante de este cuento sea la utilización de una criatura mítica como figura del amor desdichado. Nos encontramos con la imagen de una melancólica sirena, la cual está en busca de un romance capaz de terminar con su soledad. Pero el objeto de este amor no puede ser cualquiera, debe tratarse de un ser que sea igual a ella ("Ocurre que la doncella –y eso era secreto de ella– Tenía también sus caprichos"...tal y como supo cantar Chico Buarque). Finalmente, nuestra protagonista se topó con alguien idéntico a su naturaleza; se trataba de un Neptuno de madera, destinado a decorar la proa de una nave. Ansiosa por su hallazgo, comenzó su canto de seducción que, si bien causo una gran impresión entre los marineros, fue recibido con total indiferencia por el dios tallado en madera. Ante la ausencia de la esperada respuesta, la sirena trepó por el barco para encontrarse con su enamorado y, al besarlo, el tridente se le clavó en el corazón.
"Entonces la sirena comienza a cantar para seducir al impasible, y las bordas de los tres navíos se pueblan de cabezas maravilladas"..."Canta la sirena y los hombres recuerdan sus caseríos españoles, los ríos familiares que murmuran en las huertas, los cigarrales, las torres de piedra erguidas hacia el vuelo de las golondrinas. Y recuerdan sus amores distantes, sus lejanas juventudes, las mujeres que acariciaron a la sombra de las anchas encinas, cuando sonaban los tamboriles y las flautas y el zumbido de las abejas amodorraba los campos. Huelen el perfume del heno y del vino que se mezcla al rumor de las ruecas veloces. Es como si una gran vaharada del aire de Castilla, de Andalucía, de Extremadura, meciera las velas y los pendones del rey" (Mujica Lainez, 2011, p. 25).
Si bien ese final remite a tópicos tradicionales del romanticismo, Catherine d’Humières (2014, pp. 154-155) ha sugerido que una de las claves de este relato se encuentra en las sensaciones que el canto de la sirena provoca en los marinos castellanos:
"Aquí, obviamente, en el canto de la sirena caben todas las nostalgias, los recuerdos más íntimos escondidos en el corazón del aventurero. Porque esos temibles conquistadores también son exiliados: muchos se fueron de su tierra empujados por la miseria y el deseo de encontrar una vida mejor fuera de su tierra; todos llevan con ellos el sueño eterno del emigrante: volver hacia los suyos rico y admirado".
Mientras leía esta historia, volvió a mi mente el recuerdo de un anime que vi hace un tiempo y que, curiosamente, decidí revisitar a inicios de 2022. Me refiero a la adaptación animada de Pet Shop of Horrors, el manga josei de horror creado por Matsuri Akino. Creo que "Delicious", el segundo episodio de la miniserie, es uno de los pocos equivalentes animados para el cuento de Mujica Lainez, al menos en lo que respecta a utilizar una sirena para representar el amor trágico.
La adaptación animada de Pet Shop of Horrors estuvo a cargo del estudio Madhouse y fue transmitida para Latinoamérica en el mítico canal Locomotion
Uno de los aspectos más singulares de Misteriosa Buenos Aires es el interés de su autor por los objetos, los cuales –como ya ha señalado Julita Iriarte Aristu (1982, pp. 328-329)– actúan como presencias misteriosas o incluso protagonistas en varios de los cuentos: un brazalete en "La pulsera de cascabeles (1720)", un ejemplar de El Quijote en "El libro (1605)" o un espejo en "El espejo desordenado (1643)". El cuento titulado "Memorias de Pablo y Virginia (1816-1852)" es narrado por un libro, una traducción castellana de la novela Paul et Virginie, de Bernardin de Saint-Pierre:
"No ocultaré que hubiera preferido ser otro libro: ser un cuento de Voltaire, por ejemplo, o el Lazarillo de Tormes. Diverso hubiera resultado mi destino en tal caso y seguramente no me hallaría reducido a la condición de agonizante en este agitado puerto de la América del Sur"...
"En efecto: ser Pablo y Virginia encerraba sus dificultades, serlo en castellano, con eso de bastardo que toda traducción acarrea, es aun más penoso" (Mujica Lainez, 2011, pp. 182-183).
Dentro de esta categoría de relatos centrados en torno a objetos, voy a destacar uno de mis favoritos: "El arzobispo de Samos (1698)". Los protagonistas de este cuento son el arzobispo griego Joseph Georgerini y su paje inglés, llamado Walter. A partir de un suceso histórico, el confinamiento de Georgerini en una celda del convento de Santo Domingo de Buenos Aires [1], Mujica Lainez hace perfilar la narración hacia el género del horror fantástico. Desde su encierro, el prelado prisionero decide recurrir a la hechicería para castigar la traición de su paje, ya que este último le robó el anillo que hubiera servido para sobornar a las autoridades y escapar.
Francisco de Goya, El aquelarre, 1798, Museo Lázaro Galdiano, Madrid
"Su cólera sube de punto. Hay en sus ojos de mochuelo un brillo peligroso. Desata el largo cordón que le ciñe la cintura y lo coloca en el piso, dibujando un triángulo. Luego se descalza, penetra en él, alza las palmas y comienza su invocación, implorando a Satán, Leviatán, Elioni, Astarot, Baalberit..."
"Las fórmulas mágicas de los grimorios, las del Libro de San Cipriano, las de la Clavícula de Salomón, resuenan en la celda de Buenos Aires. El arzobispo de Samos es ante todo un hechicero. Ahora no asemeja un mochuelo sino un macho cabrío, temblorosa la barba, las cejas juntas, revuelto el pelo como una cornamenta, mientras repite por lo bajo los conjuros que otorgan la alianza del Demonio:
–Belfegor, Tanín, Belial, Alastor, Baal..."
(Mujica Lainez, 2011, p. 91).
Representación del "macho cabrío" incluida en el segundo volumen del tratado Dogme et Rituel de la Haute Magie, la obra de Éliphas Lévi publicada en dos tomos entre 1854 y 1856. Esta ilustración se encuentra en el segundo volumen (Rituel). En sus brazos lleva escritas las palabras en latín "SOLVE" (separar) y "COAGULA" (unir)
Valiéndose de la magia negra, el arzobispo concreta su venganza. Gracias al ritual de invocación, la sortija adquiere propiedades mágicas y le gangrena los brazos y una pierna a Walter, quien sufre una dolorosa muerte. Con respecto al análisis de "El arzobispo de Samos", David Choin (2015, pp. 168-169) argumenta: "Otra de las convenciones del género fantástico es su perspectivismo, es decir, presentar lo extraño según la perspectiva del otro y de lo otro, en este caso desde el ángulo del griego cismático. Desde luego, los personajes con los que Mujica Lainez nos propone la identificación son las víctimas: el paje inglés en este cuento". La historia contiene varios aspectos interesantes. El intento de usar un anillo valioso como soborno es un ejemplo de la práctica política más importante en una société d'Ancien Régime: la negociación destinada al manejo de influencias. En este caso, se trata de la negociación ante un problema con las autoridades, recurriendo a una práctica que en la actualidad sería considerada ilícita, pero que era algo típico dentro de las lógicas del Antiguo Régimen. Por otra parte, me resulta llamativa la construcción del personaje de Georgerini. Él tiene que conocer las malas artes, la magia negra, por el hecho de ser un arzobispo, pero de allí a que utilice ese conocimiento...esa ya es una cuestión aparte. Además, lo está utilizando para saciar su propia sed de venganza, tratándose de un rasgo que demuestra la dudosa moral del religioso.
"La casa cerrada (1807)" transcurre durante la segunda invasión inglesa, teniendo por narrador protagonista a un soldado miembro del Tercio de Galicia, una unidad miliciana de infantería que combate bajo las órdenes del capitán Jacobo Adrián Varela. El fragor del combate llega hasta 'la casa cerrada', ubicada en la calle "entonces denominada de Santo Domingo y que luego mudó el nombre para ostentar uno glorioso: Defensa" (Mujica Lainez, 2011, p. 165). Mientras se desarrolla la lucha entre la población de Buenos Aires y los ingleses, nuestro protagonista recibe la orden de ocupar el edificio. Si bien estaba habitada, la casa encerraba algo misterioso. Sus ocupantes eran una madre con dos bellas hijas que permanecían siempre enclaustradas en el lugar, cuyas ventanas nunca eran abiertas. Una vez dentro, al recorrer las habitaciones interiores en busca de una mejor posición para secundar el tiroteo, el soldado del Tercio se topa con un ser monstruoso y deformado. Mayor es su sorpresa al descubrir que se trata del hermano de las jóvenes encerradas. Luego de haber develado el secreto de la casa, el miliciano resuelve matar a la criatura, al creer que mediante ese acto liberaría a las mujeres.
Ilustración de un soldado del Tercio de Galicia. Este cuerpo, formado a causa de las invasiones inglesas, estaba integrado por voluntarios nacidos en Galicia residentes en Buenos Aires. La unidad fue disuelta en 1809, debido a la participación de sus miembros en la Asonada de Álzaga
"Mis compañeros me llamaban. Me volví para seguirles. Nada había cambiado en el fondo del aposento. La madre, sentada en el lecho, gemía tapándose los oídos. Detrás asomaba la cabeza diabólica, oscilante, babeante. Las dos hijas se abrazaban con miedo. Me miraron y adiviné en su crispación anhelosa un ruego desesperado"..."Todavía me quedaba una bala en el fusil. Reverendo Padre, cualquier hombre hubiera hecho lo que hice. Un tiro seco, un solo tiro seco..."
"Cayó la cabeza espantosa, como en un juego, como si fuera una cabeza de cartón y de lana..."
"Hasta hoy me persigue el alarido de la madre, hasta hoy, como me persiguió el 5 de julio de 1807 en mi fuga por la calle de Santo Domingo negra y roja de cadáveres, lejos de la casa cuyas puertas había arrancado..."
(Mujica Lainez, 2011, p. 170)
Es posible señalar varias cuestiones en "La casa cerrada". Por empezar, Mujica Lainez está asignándole cierto protagonismo a uno de sus antepasados. Desde un principio, el narrador menciona que servía bajo las órdenes de Jacobo Adrián Varela (un antepasado directo de Juan Cruz Varela, y lejano del autor de Misteriosa Buenos Aires). El cuento aborda episodios históricos que marcaron un antes y un después para el pueblo del Virreinato del Río de la Plata. En este sentido, me resulta muy acertada la lectura propuesta por Choin (2015, pp. 306-307):
"Mujica Lainez logró asociar en sus cuentos las dos dimensiones de la historia (historia general o colectiva e historia privada o 'pequeña historia') gracias a un recurso literario que consiste en establecer dos niveles de narración: uno microhistórico o individual y otro colectivo o macrohistórico como en el cuento que nos ocupa, en el que la vida personal de un soldado del Tercio de Galicia durante la segunda invasión inglesa de 1807 alterna con el relato de las maniobras militares ejecutadas para defender la ciudad de esta invasión".
De forma inesperada, la gesta por la liberación de la ciudad porteña da lugar al horror cósmico. Cruzar las puertas de 'la casa cerrada' significa adentrarse en una realidad completamente ajena a las escenas de patriotismo patricio que tienen lugar en las calles. Siento que el espíritu de H. P. Lovecraft ronda en este cuento. No podía omitir esa observación, ya que -como habrán notado- soy un gran fan del autor de Providence. Según tengo entendido, en diversas ocasiones Mujica Lainez admitió ser un admirador de Lovecraft. Es más, en 1967 se publicó en Argentina una antología de relatos breves, titulada El libro de los autores y publicada por la editorial Ediciones de la Flor. La premisa detrás de la compilación era la siguiente: reunir siete cuentos de la literatura universal, escogidos por los más representativos escritores argentinos del momento. Entre estos nombres estaba "Manucho". ¿Cuál fue su elección? El horror de Dunwich de Lovecraft.
Ah, por cierto, en 1981 se estrenó una adaptación cinematográfica de Misteriosa Buenos Aires. La película consta de tres segmentos, dirigidos y guionizados respectivamente por Alberto Fischerman (episodio "El hambre"), Ricardo Wullicher (episodio "La pulsera de cascabeles") y Oscar Barney Finn (episodio "El salón dorado"). En 1982 la ACCA le concedió el premio a la mejor actriz, siendo también seleccionada como candidata al Premio Cóndor de Plata a la mejor fotografía. Habiéndola visto, debo reconocer que se trata de una adaptación correcta. Eso sí, el material original le da mil vueltas. El tercer episodio es el mejor realizado, sobre todo por la actuación de Eva Franco.
¿Cuál fue mi impresión al terminar la lectura? Misteriosa Buenos Aires nos recuerda las voces de Mansilla, Cané o Groussac, es decir, hay un dejo de lamento tradicionalista ante una sociedad que cambia aceleradamente. A pesar de eso, aunque "Manucho" me parece un elitista, no puedo dejar de sentir cercana cierta parte de su obra. No solo disfruto de sus cuentos, sino que también creo que su mundo era mucho más crepuscular que aquel de la Generación del '80; incluso –aunque él no lo hubiera querido así– su narrativa termina ofreciendo una imagen un tanto decadente, aun cuando guarde las formas de una oligarquía. [2] En definitiva, lo interesante en Mujica Lainez es la capacidad de percibir que ese papel preponderante de la artistocracia porteña ya no existe como tal, hallándose frente a un mundo decadente, donde solamente quedan apellidos...pero sin sustento, ya que, dado el nuevo orden de cosas, esos apellidos se han convertido en lejanos fantasmas, ecos de antiguas glorias, nada más.
Notas
[1] "La peripecia personal de Ιωςήφ Γεωργειρήνησ, que en castellano es conocido como fray Joseph Georgerini, 'griego de nación', sirve de nexo de unión entre Oriente y Occidente; entre el Imperio otomano y el Virreinato del Perú, con escala en el Brasil, pasando por Roma, la España de Carlos II (1665-1700) y el Portugal de Pedro II (1683-1706). Pero no hubiera dejado ningún rastro documental de no naufragar en Mar del Plata cuando entraba de forma ilegal en el Virreinato del Perú y haber sido objeto de una investigación por parte del tribunal de la Inquisición de Lima" (Martínez Carrasco, 2020, pp. 152-153).
[2] Con oligarquía me refiero a la forma de dominación política, ejercida por un grupo minoritario, cuyos miembros pertenecen a sectores sociales que detentan tradicionalmente cierto poderío socioeconómico, los cuales se autoperciben como los únicos con la capacidad de desempeñar dicha función, en tanto se saben poseedores de riqueza, educación y prestigio (Ansaldi, 2017; Botana, 2012).
Bibliografía
Ansaldi, W. (2017). ¿Clase social o categoría política? Una propuesta para conceptualizar el término oligarquía en América Latina. e-l@tina. Revista electrónica de estudios latinoamericanos, 60, 40-47.
Botana, N. (2012). El orden conservador: la política argentina entre 1880 y 1916. Buenos Aires: Edhasa.
Choin, D. (2015). La narrativa histórica argentina de Manuel Mujica Lainez. Las crónicas noveladas: Aquí vivieron y Misteriosa Buenos Aires. Alicante: Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alicante.
d’Humières, C. (2014). La sirena como figura de la desdicha en la literatura contemporánea de lengua española. Amaltea. Revista de mitocrítica, 6, 145-159.
De Bry, T. (1997). América (1590-1634). Madrid: Ediciones Siruela.
Egaña Rojas, D. (2010). Lo monstruoso y el cuerpo fragmentado: el Nuevo Mundo como espacio de violencia, una lectura de la obra de Theodore De Bry en la construcción de la imagen indiana. Revista chilena de antropología visual, 16, 1-18.
Iriarte Aristu, J. (1982). Mujica Lainez y los objetos. Boletín Millares Carlo, 6, 327-336.
Martínez Carrasco, C. (2020). Un documento para la historia de la Iglesia católica griega en la diáspora: el proceso de fe contra Joseph Georgerini, arzobispo de Samos (Siglo XVII). Collectanea Christiana Orientalia, 17, 151-181.
Mujica Lainez, M. (2011). Misteriosa Buenos Aires. Buenos Aires: Debolsillo.
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